Y….
EN
LA SOLAPA DE SU SACO…
Un
rosal florecía
Tanta
espera, luego de aquella conversación las había convertido en un
gran racimo de rojas flores que caían del ojal, ensombrecían su
rostro, y por alguno de sus pétalos se había escapado una lágrima…
Había
olvidado cuando fue aquel día en el que ella le dijera que la
esperara, que pusiera una rosa en su ojal, que esa era la señal
para saber que era él…no alcanzaba a comprender por qué aquella
mujer no había cumplido en ir a conocerlo, si tan solo él pretendía
una buena conversación y tan siquiera un café en aquel bar de la
esquina.
Deambuló
por la ciudad, creyendo ver en todas aquellas mujeres la presencia
que tanto anhelaba…Inusual fue creer ver a quien no estaba, solo
encontró en cada asiento de aquella plaza el inefable sentimiento de
ausencia, en cada húmedo bar, ese olor a madera que tenía grabado
en sus recuerdos, esas veredas angostas, que en más de una ocasión
lo hacían bajar a la calle y sentir de refilón el vuelo rápido de
algún ave rapaz…la casa de música en la esquina de enfrente,
inconfundible los acordes del piano interpretando
Recordó
aquellos amigos que él creía tener, lo observaban de la acera
vecina, murmuraban quien sabe qué cosa, ya no importaba…ya no
reparaba en ellos, tantas veces, había necesitado hablarles en años
anteriores y no estaban…
Solo
esperaba silencioso la llegada de aquella mujer.
La
esquina, una acera húmeda, aquel olor a madera vieja que le
penetraba los sentidos, y ese aroma a rosas que lo envolvían
constantemente desde hacía tiempo, esos acordes inconfundibles,
cerró sus ojos, dejó de resistirse, de querer encontrar respuestas
pues al fin comprendió que siempre estuvo frente a ella, se entregó
a sus brazos, lloró en su angustia, silenciosamente se fue con ella,
y en aquel lugar de la cita, el rosal rojo derramó su sabia,
diluyéndose en cenizas.
La
muerte también es mujer….
CUENTO PUBLICADO EN LA ANTOLOGÍA TINTA PALABRA Y PAPEL,RIO CUARTO,CBA 2015
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